Lo del domingo será como una de esas trilogías cinematográficas que se extienden indefinidamente. Star Wars es un buen ejemplo. Héroes que se enfrentan una y otra vez, cada encuentro cargado de tensión y lecciones aprendidas. Este domingo, en la Semana 9 de la temporada 2025, los Buffalo Bills (5-2) reciben a los Kansas City Chiefs (5-3) en el Highmark Stadium, un escenario que ya se siente como el clímax de una película de alto voltaje. No es solo un partido más; es el capítulo más reciente de una rivalidad que ha definido la AFC en los últimos siete años, desde que Josh Allen y Patrick Mahomes irrumpieron en la liga como forces of nature. Allen, el quarterback de los Bills con su brazo cañón y su instinto corredor, contra Mahomes, el mago de Kansas City que reinventa jugadas sobre la marcha. Es un choque de estilos, de narrativas, y sobre todo, de una frustración acumulada que Buffalo no puede ignorar.
Retrocedamos solo a lo esencial, a los últimos siete años, cuando estos dos colosos comenzaron a cruzarse con regularidad. En temporada regular, los Bills han mostrado una superioridad notable: desde 2018, han ganado cuatro de los cinco encuentros directos, incluyendo victorias cerradas como el 24-20 en 2022 o el 20-17 en 2023, donde Allen parecía leer la defensa rival como un libro abierto. Esos juegos han sido batallas de alto octanaje, con yardas aéreas volando y defensas forzadas a adaptarse.

Pero aquí viene el twist que duele: en playoffs, la historia se invierte drásticamente. Los Chiefs han dominado con tres victorias consecutivas en postemporada (2021, 2022 y 2024), culminando en duelos épicos como el overtime de 42-36 en 2022, aquél de los famosos y fatídicos 13 segundos. En total, desde que ambos QBs lideran sus equipos, la serie está empatada 4-4, pero esa paridad esconde una verdad amarga para Buffalo: pueden conquistar la fase regular, pero en enero, cuando todo cuenta, Kansas City siempre encuentra la forma de prevalecer.
Esa dicotomía genera una frustración palpable en los Bills, como esa sensación de tener la victoria al alcance y verla escabullirse en el momento crucial. No es solo sobre perder; es sobre no traducir el dominio estacional en anillos. Allen, con su estilo dual-threat que lo hace impredecible, ha elevado a Buffalo a contendientes perennes, pero contra Mahomes los playoffs se convierten en un muro infranqueable. Esta frustración no es nueva en la NFL; recuerda a rivalidades pasadas donde un equipo domina el calendario, pero flaquea en la hora de la verdad. Para los Bills, es un ciclo que alimenta dudas: ¿Es cuestión de execution, de coaching, o simplemente de ese intangible llamado "clutch factor" que Kansas City parece tener patentado?

Ahora, enfocándonos en este domingo, el partido llega en un momento interesante de la temporada. Los Chiefs parecen haber recobrado la memoria de años anteriores y ya no son más ese equipo que debe recurrir a cualquier artilugio posible para llevarse una victoria. A partir del regreso de Rashee Rice, la ofensiva ha explotado y Mahomes está cada vez más similar a aquel torbellino que tomó la liga por sorpresa empezando en 2018.
Por su parte, Buffalo llega silbando bajito, luego de una paliza sobre los Panthers pero mostrando algunas señales preocupantes en una derrota en casa ante los Patriots, rival divisional que por ahora lidera la AFC Este.
Independientemente del resultado –victoria o derrota–, este duelo ofrece a los Bills una oportunidad dorada para proyectar hacia adelante. Si ganan, refuerza su confianza en la fórmula que funciona en regular: agresividad defensiva y explosividad ofensiva. Si pierden, sirve como diagnóstico temprano, identificando debilidades para ajustar antes de playoffs. La clave está en usar esta frustración como combustible: ¿Pueden los Bills aprender de estos encuentros para romper el patrón en postemporada? Imagina un cruce en enero donde Buffalo, armado con lecciones de noviembre, invierte el guion. Bajo Sean McDermott, han construido una cultura resiliente; ahora, es cuestión de ejecutar cuando las luces brillen más fuerte. Para Kansas City, es mantener el status quo, pero para Buffalo, es evolucionar de contendientes a campeones.
En el gran esquema, esta rivalidad trasciende stats y scores; es sobre legados en construcción. Mahomes ya tiene múltiples anillos, pero Allen busca esa validación que solo llega con victorias definitivas. Amigos de Mundo NFL, este domingo no es el fin de la historia, sino un puente hacia lo que podría ser. Por sobre todo lo anterior, este domingo nos regala la posibilidad de ver a quizá los dos mejores quarterbacks de la NFL batiéndose a duelo una vez más.
Ninguna narrativa se cambiará según el resultado, pero eso no importa. Poder disfrutar de verlos jugar, de verlos medirse constantemente el uno al otro… por partidos como éste nos encanta el deporte. A gozar.





